Personaje ficticio ya que es una historia inventada, pero tal vez algunos de nosotr@s nos identificamos, al menos en algún momento de todo este suceso.
Que sirva esta fábula para entretener, pero también para recordar lo que no se debe hacer.
Mr. Ego es un chico normal, con sus virtudes y sus defectos, con su vida personal y laboral como otra persona cualquiera, pero que sueña con una vida mejor. Este deseo le hizo tener curiosidad por el trading a raíz de algunos anuncios que vio en algunas redes sociales cuyos personales vivían en lujosas casas y viajaban por todo el mundo. Él quería esa vida (como todo ser viviente), apenas sabía de qué iba esto del trading, pero solo tenía una cosa en la cabeza: ser uno de ellos. (LUJURIA).
Mr. Ego empezó a mirar vídeos por YouTube, a hacer algún cursillo de trading y fue adquiriendo una serie de capacidades y habilidades, pero muy limitadas ya que no se dio el tiempo suficiente para comprender bien los movimientos del precio.
No obtiene resultados consistentes, su ratio de acierto es bajo (esto es normal en los inicios) y su ratio Riesgo-Beneficio menor a 1 (gestión inadecuada de sus operaciones). Una combinación perfecta para la no consistencia.
Como cualquier otro día, Mr. Ego se dispone a empezar su sesión de trading y para ello se va a su pequeño despacho que tiene en casa para iniciar la operativa.
Hoy Mr. Ego no tiene muchas ganas de dar lo mejor de sí y se siente cansado después de su jornada laboral que ha terminado hace apenas una hora, pero aún así quiere operar. Quiere dejar su trabajo y vivir como los «traders» y este deseo le hace sentir la obligación de operar sí o sí aunque su cuerpo y mente digan lo contrario.
Empieza a mirar los gráficos con pocas ganas de hacer las cosas bien. Esto hace que el tiempo que le dedica a la preparación de su sesión (parte tan importante en la operativa) sea de apenas 5 minutos porque es una fase que le aburre y no tiene ganas de hacerla a conciencia (PEREZA), solo quiere ir directo al gráfico operativo y «disparar».
Mientras se va iniciando la sesión, va mirando al móvil para ver qué cuentan los que integran un grupo de WhatsApp de traders noveles, que durante la sesión van comentando y compartiendo sus operaciones.
De pronto varios de ellos dan la alarma de un posible movimiento del precio interesante. Eso despierta a nuestro amigo Mr. Ego que se pone derecho en su silla mientras da un sorbo a su café.
Varios de ellos empiezan a comentar que han ganado en operaciones que han abierto y van mostrando sus resultados con fotos que van dejando en el grupo.
Esto enciende a Mr. Ego que nunca ha podido enseñar una operación positiva (ENVIDIA) y se dispone a cambiar este pasado.
Mira sus gráficos operativos (donde apenas sabe dónde está el precio) e identifica una posible oportunidad de trading. Esto le acelera el pulso pues ya lleva varias operaciones perdedoras los últimos días y quiere recuperar.
Pone una orden en el mercado (un corto) y el precio empieza a ir en la dirección que él ha tomado. Esto le aporta un sentimiento de grandeza que necesita transmitir y qué mejor que en el grupo de WhatsApp (SOBERBIA) para demostrar que él sabe operar y ganar dinero.
Empieza a grabar en vídeo su operación y la transmite cuando ésta estaba acumulando una buena ganancia.
En ese momento recuerda las pérdidas que lleva acumuladas en los últimos días y quiere recuperar lo perdido con lo que deja correr la operación sin tener en cuenta ningún nivel técnico, solo quiere conseguir X dinero para recuperar y además, quedarse con una buena rentabilidad. «Ya que estoy ganando, vamos a darle la vuelta al mes», piensa (AVARICIA).
Va sacando algunas fotos que sigue colgando en el grupo, siendo ya el foco de atención para todos los integrantes ante tales ganancias (la soberbia, la lujuria y la avaricia crecen en Mr. Ego…).
De repente, el precio llega a una zona importante de soporte y como era de esperar (aunque él no lo sabe) el precio se gira violentamente y sus ganancias empiezan a desaparecer con rapidez.
Un sudor frio corre por su frente, la ilusión de las ganancias se diluye, el bloqueo aparece (porque tampoco tiene una gestión definida de sus operaciones) y aquella gran ganancia que se vislumbraba y que ya creía pertenecerle desaparece.
Por suerte, el stop loss le salva de una pérdida mayor, pero acaba perdiendo dinero en una operación en la que estaba ganando mucho.
Los del grupo le van preguntando cómo ha acabado la operación y no sabe cómo responder.
La ilusión de recuperar sus pérdidas se ha visto golpeada con una nueva, que aumenta ese profundo pozo.
Había llegado a ver mucho dinero y ahora eso se ha convertido en una pérdida. Podía haber recuperado sus pérdidas, pero el deseo de más le hizo incrementarlas.
Mira los gráficos y sin saber ni dónde ni cómo, entra una nueva operación con el deseo esperanzador de que el mercado le devuelva lo que había ganado y era suyo (IRA).
Esa segunda operación ya no tiene buen arranque y desde los inicios va perdiendo. Pero no lo acepta y cancela su orden stop loss, haciendo que esa pérdida sea cada vez más y más grande hasta crear un agujero en su cuenta que casi le va a impedir seguir operando en los próximos días.
Completamente en shock cierra la operación y toma conciencia de lo que acaba de ocurrir, ha perdido la cuenta. Ya ni siquiera se atreve a mirar más el móvil.
Desconsolado y abatido, sale de su despacho y se va a la cocina, en busca de consuelo a su tristeza y ansiedad. Un poco de bollería que encuentra en los armarios le sirven, aunque tiene el estómago cerrado por el golpe sufrido (GULA), pero se sienta en el sofá y empieza a comer mientras mira la televisión con la mente en otro lugar, deseando retroceder en el tiempo para que nunca hubiera sucedido lo ocurrido en la última hora.
Y aquí termina Mr. Ego su sesión de trading en un día cualquiera.
No nos riamos de Mr. Ego ni nos sintamos muy lejos de él, pues como decía al inicio de esta fábula del trading, es una historia inventada pero que puede convertirse en realidad.
El trading es un oficio que conlleva una carga emocional tan grande capaz de desencadenar los 7 pecados capitales en una sola sesión operativa.