Primero de todo, ¿qué es el Money Management? Pues es la gestión del capital, en su definición más estricta. Bien, hasta aquí uno podría pensar que es sencillo, es como llevar las cuentas domésticas, tienes unos ingresos, unos gastos y gestionas ese capital cada mes, para no quedarte en negativo en el banco y si se puede, ahorrar un poco. Sencillo (o no), cuestión de matemáticas, como mínimo y de ingeniería financiera en muchos casos.
Pero, ojo, con todo lo que hay detrás del Money Management. Otra vez, la psicología, la gestión de las emociones, juega un papel crucial en él y además en una doble dirección: sin una buena gestión emocional, la gestión del capital, la gestión del riesgo, se puede descontrolar y sin un buen Money Management, podemos activar ciertas emociones que nos pueden llevar al desastre.
Veámoslo desde diferentes perspectivas, para poder llegar a ver el nivel de importancia de este aspecto en el Trading.
Cuando uno se inicia en este mundo, lo hará a través de un curso, a lo mejor empieza formándose solo, a través de lecturas de libros, webinars…pero, normalmente, venga por donde venga, ya se encontrará con esa palabra, el Money Management. Todos dicen que es importante, hay que hacer una buena gestión del capital, todo Trading Plan debe tener ese apartado, es vital. Y uno va aprendiendo que, hay que gestionar nuestro dinero cuando operamos.
¿Qué implica eso? Entre otras cosas, tal vez la más esencial, es que debemos asignar un porcentaje de riesgo a cada operación, establecemos una cantidad monetaria determinada máxima, que podemos llegar a perder en cada trade, determinamos la cantidad de dinero que podemos perder cada día, cada semana y cada mes. Si somos capaces de fijar de una forma adecuada estos parámetros en nuestro Trading Plan y lo cumplimos con disciplina día tras día, mes tras mes, las probabilidades de supervivencia en este mundo se incrementan exponencialmente y si eso ocurre, teniendo en cuenta que el Trading requiere de mucho aprendizaje, de mucha paciencia y de algún año que otro, nos permitirá tener el tiempo suficiente para aprender cómo funciona el mercado, aprender a operar y llegar a la consistencia.
Con lo que, ¿es necesario tener una buena gestión del capital, del riesgo? Más que eso, es una de las claves del éxito y una de las causas más importantes de activación de emociones muy perjudiciales que nos pueden llevar al fracaso.
Vamos a ver ejemplos.
Todos hemos tenido alguna racha de pérdidas más o menos importante. Podemos calcular cuál ha sido nuestro peor Drawdown (retroceso en la curva de resultados, medido como la distancia entre el mínimo de nuestra cuenta en relación al máximo que hemos tenido).
¿Qué se debe hacer ante él? ¿Seguimos operando de igual manera? No. Hay que ajustar nuestro Money Management a ese nuevo capital. Nosotros no podemos arriesgar una cantidad económica fija en cada operación, sino un porcentaje, con lo que si el capital a aplicar ese porcentaje, disminuye, la cantidad que podemos llegar a perder en una operación (al día, semana, …) debe también, bajar. Pero, ¿qué ocurre en nuestros inicios? ¿qué tendemos a hacer? Si nos dejamos guiar por nuestras emociones, ¿qué es lo primero que sentimos? Que queremos recuperar lo perdido. Con lo que no solo no reduciremos ese porcentaje a perder, sino que incrementaremos el apalancamiento para intentar ganar más y recuperar lo perdido, cuanto antes mejor.
Si nosotros operamos con un elevado apalancamiento, queriendo recuperar o simplemente queriendo ganar mucho dinero en poco tiempo, movidos por la avaricia o lo que casi es peor, por necesidad, el estrés emocional que eso nos generará será brutal y las consecuencias derivadas de eso, son fatales y variadas, pero con el mismo final, la pérdida de la cuenta.
Un elevado apalancamiento activa emociones y eso es lo que SIEMPRE hemos de evitar, ya he comentado en alguna ocasión, que somos humanos, no podemos prescindir de las emociones, no podemos dejarlas en la habitación de al lado cuando vamos a operar y luego volver a incorporárnoslas. Pero sí podemos, sí que está en nuestras manos, el no activarlas.
Si entramos al mercado con una posición excesivamente elevada para nuestro capital, nada más entrar ya se activa una, el miedo. De forma instantánea, se enciende esa bombilla. A veces va bien, pensar que, dentro de nosotros tenemos diferentes bombillas emocionales y hemos de velar para que no se nos encienda ninguna de ellas. Bien, bombilla del miedo activada. ¿Qué puede provocar eso? Pues que, si el precio se mueve en contra nuestra, empezaremos a sudar, ese miedo se está transformando en angustia, vamos observando cómo los numeritos que aparecen al lado de nuestra posición cambian del color verde al rojo y cada vez éstos tienen más dígitos. Y ocurre. Cogemos el ratón y arrastramos el stop un poco más abajo o más arriba, en función de si estamos a largos o a cortos, con la esperanza de que el precio vuelva a coger la dirección a nuestro favor y podamos respirar. Pero eso, muchas veces, no ocurre y vamos viendo minuto tras minuto, como esa pérdida se ha hecho tan grande, que ya no sabemos ni qué hacer. Podemos llegar incluso a quitar el stop, con lo que una operación que debía durar x tiempo, se convierte en una a largo plazo porque no hemos podido cortar las pérdidas o las asumimos con el consiguiente dolor tanto económico como emocional.
Luego, también hay que ser conscientes de otra consecuencia derivada de una mala gestión del riesgo. Todos estamos expuestos a perder en algunas operaciones, esto forma parte de este trabajo, nadie se escapa. Pero, como se dice, de los errores se aprende. ¿Seguro?
Si hacemos una mala gestión del capital, nos apalancamos en exceso, perdemos más de lo que tenemos estipulado en cada operación, tenemos uno de esos días “metralleta”, en los que más parece que estemos en guerra que operando en los mercados, con ese sentimiento de venganza por perder una operación y otra y otra…y ojo que os lo dice alguien que ha llegado a hacer 6 operaciones de estas en un día, sí, sí, ¡¡hasta el uniforme de guerra llevaba puesto!!! Bien, pues si tenemos uno de estos días y, una vez terminada la batalla, ¿cómo nos sentimos? Derrotados, hundidos, con un brutal sentimiento de frustración, con unas ganas tremendas de que este día no hubiera sucedido, de poder volver atrás en el tiempo… pero no, ha ocurrido. Y, después de esto, ¿tendremos ganas de analizar lo sucedido? ¿Seremos capaces, a lo mejor no ese día, pero al día siguiente, de sentarnos, coger las operaciones, analizarlas, ver cuál fue la primera que desencadenó toda esa cadena de infortunios y aprender de nuestros errores? Probablemente no, hay demasiado dolor como para querer volver a revivir esto, como para querer volver a tomar conciencia que hemos perdido X € en un solo día. Nuestra memoria no desea volver a recordarlo.
Pero, si en cambio, sigues una buena gestión del riesgo y un día pierdes, esa pérdida, más allá de que, evidentemente, no lo vas a ir a celebrar, no te ha provocado dolor. Y si no hay dolor, serás capaz y lo harás, de sentarte y analizar lo sucedido, analizar esa operación. ¿Fue correcta y forma parte de la simple probabilidad de que no siempre se gana? O ¿no seguí al 100% mi Trading Plan? Analizamos, averiguamos y aprendemos de ello. Es decir, avanzamos hacia un trading consistente.
Ya hemos hablado de unos cuantos ejemplos de cómo una mala gestión del capital nos puede traer consecuencias muy negativas. Pero, ¿solo hemos de gestionar las pérdidas máximas en una operación, día, semana…?
¿Y las ganancias? ¿Acaso no se activan emociones cuando ganamos mucho?
Imaginemos que hoy el mercado nos ha dado una buena operación y ganamos x €, una cantidad elevada. Hay cierta probabilidad, sobre todo en nuestros inicios, que se nos active otra bombilla: la avaricia.
Pensamos para nosotros, “voy a hacer otra operación, si sale bien, puedo llegar a ganar hoy tanto y eso me permitirá hacer no sé qué…”.
Sino tenemos fijado en nuestro Trading Plan, en el apartado de Money Management cuál es la cantidad máxima a ganar diaria, semanal y mensualmente (o lo que cada uno estipule), no sabremos ponerle fin. Y lo que suele ocurrir esos días, es que la siguiente operación será perdedora, más que nada porque ya no operamos bien, estamos bajo la influencia de una emoción y la disciplina se ha apartado. Y si perdemos parte de lo ganado o peor todavía, todo lo ganado, otra bombilla aparecerá: la venganza. Mejor que no siga con las consecuencias de esta rueda devastadora, todos sabemos de lo que estoy hablando.
Una última cuestión me gustaría remarcar también, porque me parece muy importante.
Aunque hayamos hecho un buen Trading Plan en cuanto, entre otras cosas, a Money Management, tengamos asignado un % correcto a perder como máximo en cada operación, día, semana y tal vez sea, porque así nos lo han recomendado o lo hayamos leído… cuidado con creer que eso es lo universalmente correcto y HEMOS de seguir esas reglas, pase lo que pase. Tal vez, por nuestro capital y nuestro buen asignado % a perder en cada trade, asumamos un riesgo de, por ejemplo, 100 € en cada operación. Nuestro capital lo permite y hacemos las cosas bien. Pero ¿y si no estamos preparados psicológicamente para perder 100 € en cada operación? ¿Y si ello, nos produce dolor? ¿No sería más conveniente reducir esa cantidad, a tal vez, 50 €, hasta que, con el tiempo, la experiencia y la confianza en nuestra operativa y en nosotros mismos, ya no nos hagan sentir dolor por perder 100€? Tal vez, aplicando esa solución, evitemos que se enciendan bombillas, evitemos activar ciertas emociones con sus consecuencias posteriores.
Bien, para terminar, hagámonos una última reflexión que, tal vez, nos haga encontrar una solución a estos problemas. ¿Qué nos haría ser disciplinados en cuanto a control del riesgo, más allá de la premisa de que debemos serlo? Saquemos nuestras propias conclusiones.
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